Jeremías

Jeremías (Jehová eleva o Jehová lanza).

Existen otros 7 personajes bíblicos con el mismo nombre, pero el más importante es el profeta (los otros se mencionan en 2 Re.24:18; 1Cr.5:24. 12:4,10,13; Neh.10:2, 12:1,34; Jer.35:3).

Es considerado unos de los profetas mayores; nació en torno al 650 a. de C., natural de Anatot, población al norte de Jerusalén, (Jer.1:1-2) y murió en algún momento indeterminado tras la conquista de Jerusalén por Babilonia, hacia el 586 a. de C.

Su obra rompe un silencio casi absoluto de los profetas en Israel;, emprendió su vida profética en el 627 a. de C. durante la decadencia y caída del reino del sur, Judá, y profetizó durante el reinado de los últimos 5 reyes de Judá, su labor duro como cuarenta años.

El llamamiento de Jeremías es mencionado en Jer.1:5 donde Dios le dice que desde antes de nacer lo habia dado por profeta a las naciones, donde se excusa diciendo que es muy niño, luego Dios le responde que no lo llamaba por su edad ni por su capacidad sino porque lo habia escogido. Desde el momento que Dios le toca sus labios sus palabras fueron, palabra de Dios.

Se le prohibe casarse para que pudiera dedicarse de lleno a la tarea de anunciar los juicios de Dios (Jer.16:1-13). Se le considera o llama el "profeta llorón", pues lloraba mucho por los pecados de su pueblo y lo infructuosa que era su labor.

Marca un nuevo hito en la tradición profética. Aunque en los inicios de su carrera gozó de la protección de poderosos amigos en la corte, quizá incluso colaborando en las actividades reformadoras del rey Josías de Judá, tras la muerte del rey en el 609 a. de C., Jeremías cayó en desgracia ante los dirigentes religiosos y civiles de su pueblo. El aura reverencial que en el pasado caracterizó sus profecías desapareció.

En varias ocasiones fue sometido a arresto en su propia casa, se le impidió hablar en público, fue lanzado a una cisterna que hizo las veces de calabozo y asimismo se le consideró traidor y derrotista en tiempo de guerra. Con la derrota final de Jerusalén, Jeremías fue llevado a Egipto contra sus deseos por los más intransigentes oponentes a la conquista babilónica.

La tradición judía que sostiene que acaso fuera asesinado por esa misma gente no cae en el campo de lo improbable, aunque sin duda se basa más en habladurías y relatos populares que en hechos probados.